Es extraño pensar en las pinturas del pasado
viendo una imagen con tanto colorido
como la del bodegón justo arriba.
Pero así es,
son pinturas hechas hace diez años ya.
Todos ejercicios universitarios
hechos sin mayores pretensiones,
puras exploraciones con el color,
jugar a tener límites
para exprimir las posibilidades creativas.
El bodegón, por ejemplo,
tenía como parámetro
la principal utilización
de los colores primarios.
La vela, una óleo sobre tela naranja,
hace parte del experimento de pintar
teniendo como única iluminación
una vela.
Esta biblioteca,
una pintura de temperas acrílicas
sobre cartón paja,
quiere llevar la atención
a todo el colorido presente
en el mundo cotidiano.
El disponer los objetos
de una u otra manera
a razón del encuadre cromático
que produce su ubicación,
es una especie de escultura,
una pintura tridimensional,
que tal vez no se considera una obra de arte
porque no hay la intención consciente,
si la redundancia es permitida,
de que así lo sea.
Algo similar sucede con el zapato.
El encuadre no deja ver
el objeto en su totalidad,
porque lo que quiere resaltar
es la riqueza cromática presente
en la forma de observar algo tan cotidiano.
Esta pintura,
hecha al observar
una fotografía en blanco y negro invertida,
una fotografía en blanco y negro invertida,
no representa nada en particular,
ni siquiera el objeto de la fotografía.
Representa, más bien,
Representa, más bien,
el esfuerzo por "traducir"
los blancos, negros y grises,
en toda la variedad de colores existentes
entre dos colores complementarios,
en este caso el amarillo y el morado.
Y esta pintura,
la más vieja entre todas las aquí presentadas,
está hecha con más instinto infantil,
con más espontaneidad,
con un espíritu más básico y menos complejo.
Y por ello su contundencia,
y por eso su belleza.
Explosión de colores,
diálogo y contraste.
Que lindos son los colores.
LOS COLORES SON ORO.