Esencia

Dibujo SonOro ha trabajado enseñando y ha trabajado creando. En el espacio de la pedagogía ha realizado trabajos plásticos con diversas poblaciones: niñez, adolescencia y adultez. Las actividades se han llevado a cabo con diversas temáticas y técnicas. En el espacio de la creación ha explorado variados enfoques y ha procurado disponer su producción para articularla con proyectos de otras disciplinas (literatura, música y danza).

viernes, 1 de julio de 2016

Mandalas tabiunos

En esta segunda semana de talleres
en la Casa de la Cultura de Tabio
hemos hecho énfasis en las creaciones colectivas.

El miércoles realizamos mandalas al salpicón
con Martín y Luciana.
Para asegurarnos de entender todos la dinámica,
dibujamos primero un mandala en el tablero.
Firmamos con el seudónimo SIMALU,
un nombre armado con las tres sílabas
que dan inicio a nuestros nombres
(mi nombre es Silvia).


Después, sobre cuadrados de papel craft,
empezamos a diseñar tres mandalas de manera simultánea,
un poco como los antiguos cadáveres exquisitos,
técnica que he rebautizado AL SALPICÓN,
por ser diferente a la técnica surrealista original
y para darle un toque más tropicaloso al juego.

Empezamos por un centro claramente visible,
yo coloqué un círculo, Martín y Luciana trazaron estrellas,
y cada tanto nos íbamos rotando los papeles
para hacer todos aportes en los tres diseños.
Casualmente, sin proponérnoslo conscientemente,
cada cual terminó el mandala al cual dio incio.




El jueves solamente pudo asistir Luciana.
Volvimos a jugar a hacer mandalas colectivamente,
esta vez con figuras previamente recortadas
en paño lenci.
Dos resultados bien diferentes
habiendo utilizado el mismo tipo de figuras.



Luego incursionamos en una técnica
nueva para la pequeña Luciana.
Con la llama de un par de velas
estuvimos derritiendo crayolas,
para convertirlas en una suerte
de pinceles con pintura incluida.
Para ir perfeccionando el procedimiento,
Luciana necesitaba un poco de apoyo,
así que ella misma sugirió
que siguiéramos trabajando
de manera articulada y conjunta.
Yo proponía un centro,
para ella después inventar un crecimiento,
que yo continuaría
y ella seguiría agregando detalles,
y así hasta que el trozo de cartulina y el tiempo
nos marcaron el límite y el final
de un par de hermosos mandalas.



Como las crayolas derivan del petróleo
fue necesario parar en dos momentos
para cuidarnos de no inhalar algo muy tóxico
para nuestros sagrados cuerpos.
En la primera pausa movimos un poco
cabeza, caderas, piernas y pies,
y para el segundo break nos concentramos
en nuestra respiración.

Lindas jornadas.
Lindos mandalas.
Lindo compartir.

LOS MANDALAS SON ORO.

viernes, 24 de junio de 2016

Tallereando en Tabio

Esta semana se dio inicio
a un taller de mandalas vacacional
en la Casa de la Cultura de Tabio.

El tema del día de hoy:
flores mandálicas.
Se mencionaron, a manera de introducción,
los dos principios básicos que rigen
la construcción de un mandala:
un centro claramente visible,
y un crecimiento regular, y casi siempre simétrico,
alrededor de dicho centro.

Para aprender desde la experiencia
cada cual escogió un trozo de cartulina
del color de su preferencia
y detalladamente se fueron explicando los pasos
para hacer una flor mandálica
tomando como referencia esta imagen
realizada por mí.


Cada cual debía escoger tres colores,
había micropuntas, esferos, plumones y lápices,
para seguir con mayor facilidad la guía de la tallerista.
Y a pesar de que íbamos avanzando de manera simultánea
aplicando las mismas sugerencias,
cada mandala iba tomando formas particulares y únicas,
en correspondencia con la manera expresiva de cada asistente.

La primera en terminar fue Paula.
Le costó mucho dar por terminado el mandala,
no podía parar,
y quería agregar más y más colores.
El resultado fue impactante.


Luego ella misma me pidió hacer con su mandala
una sencilla figura en origami
que yo le había mostrado anteriormente.
Un hermoso efecto.
La figura doblada se veía como un sencillo dibujo
que al desplegarse develaba la belleza
de la flor mandálica completica.



Selva, otra de las asistentes, siguió los pasos de Paula.
Exigió el aprendizaje de los dobleces
para agregarle un toque de sorpresa al dibujo.



Finalmente Martín y Quilla,
con un ritmo más pausado y paciente
para llevar a cabo el mandala,
quisieron también aplicar dobleces a sus imágenes.





Gracias infinitas a los cuatro
por el tiempo compartido
y gracias a sus madres y a sus padres
quienes quisieron obsequiarnos esta oportunidad.

LOS MANDALAS SON ORO.

domingo, 27 de marzo de 2016

El mandala de la gratitud

Viví durante un poco más de tres años
en un barrio llamado QUINTA MUTIS,
justo al sur del 7 DE AGOSTO.
Por dos años tuve de vecina
a mi compañera mandalera number one,
Paola Puerto Perdomo,
siete escasas cuadras nos separaban.
Para ambas fue muy importante nuestra cercanía,
nuestra vecindad.
Por ello decidimos hacer un mandala,
para agradecerle al barrio habernos acogido
tan amorosamente.
Escogimos como locación un parquecito
que queda en la calle 64 con carrera 17.
Arrancamos a eso de las 6 de la tarde.
Quisimos hacer dos espirales enlazados,
para simbolizar esa relación que hay
entre el individuo y su entorno,
es una retroalimentación incesante.
El resto sería mera espontaneidad,
lo que llaman la improvisación.
Para nuestra sorpresa,
tuvimos tres grupos de participantes.
El primero, cinco chiquitines
que simplemente tenían ganas de dibujar.
Dispusimos para ellos dos círculos
en puntos estratégicos con relación al espiral doble,
para permitirles tranquilamente plasmar lo que quisieran,
guardando un mínimo diseño, una cierta armonía.
En un círculo participaron los niños.
Y aunque María José no aportó
en lo que Brayan y Juan David hicieron,
sirvió de modelo para tomar el registro.

Las niñas entonces se hicieron en el otro círculo.
Aquí están apenas poniéndose de acuerdo
Luisa Fernanda, Nicole y María José.
De nuevo nuestra modelo,
posando para exponer
el resultado de ese trabajo conjunto.

Era evidente que María José estaba enganchada.
Así que solicitó un círculo más
para seguir dibujando.

El segundo grupo de participantes
fue todavía más inesperado.
Pao y yo, después de haber delineado juiciosamente
el doble espiral con aserrín, arenas de colores y agua,
nos fuimos a tomar un café, para despejarnos un poco.
Al regresar, ya iniciada la noche de luna casi llena,
había seis jóvenes sentados en unas banquitas,
pasando el rato supongo.
Por suerte aún conservan aquél espíritu
de dejar la vergüenza a un lado para manifestar los deseos,
nosotros también queremos dibujar, nos dijeron.
Así que les propusimos participar libremente
tomando como único límite hacerlo dentro de un círculo.
Ellos mismos determinaron en dónde lo ubicarían,
respetando un mínimo de armonía en el diseño.
Los resultados también fueron increíbles.

Una de las chicas quiso dibujar sola.
Al parecer tenía ya muy claro
cómo es eso de hacer un mandala.

Tres de ellos estaban más dudosos,
querían participar pero no sabían como.
Lo fueron resolviendo en la acción misma,
probando en el camino,
porque recorriendo el camino
es que se aprende en esta vida.

Las dos restantes dialogaron para decidir
cuál sería su dibujo:
un árbol de ojos

Hacia el final llegó la tercera participación,
que no alcanzó a materializarse, no sabemos bien por qué.
Un artista plástico, que vive en las cercanías,
fue a hacer un poco de ejercicio
en las maquinitas esas que hay por todas partes.
Conversamos un rato,
señaló que le parecían linda e importante
nuestra intervención.
Ojalá este mandala lo haya dejado antojado,
como dicen un buen amigo mío,
para continuar impregnando el lugar con bonita energía.
Porque nosotras dos, sonrientes y agradecidas,
ya nos vamos del lugar.
Esta fue nuestra despedida.