Esta semana se dio inicio
a un taller de mandalas vacacional
en la Casa de la Cultura de Tabio.
El tema del día de hoy:
flores mandálicas.
Se mencionaron, a manera de introducción,
los dos principios básicos que rigen
la construcción de un mandala:
un centro claramente visible,
y un crecimiento regular, y casi siempre simétrico,
alrededor de dicho centro.
Para aprender desde la experiencia
cada cual escogió un trozo de cartulina
del color de su preferencia
y detalladamente se fueron explicando los pasos
para hacer una flor mandálica
tomando como referencia esta imagen
realizada por mí.
Cada cual debía escoger tres colores,
había micropuntas, esferos, plumones y lápices,
para seguir con mayor facilidad la guía de la tallerista.
Y a pesar de que íbamos avanzando de manera simultánea
aplicando las mismas sugerencias,
cada mandala iba tomando formas particulares y únicas,
en correspondencia con la manera expresiva de cada asistente.
La primera en terminar fue Paula.
Le costó mucho dar por terminado el mandala,
no podía parar,
y quería agregar más y más colores.
El resultado fue impactante.
Luego ella misma me pidió hacer con su mandala
una sencilla figura en origami
que yo le había mostrado anteriormente.
Un hermoso efecto.
La figura doblada se veía como un sencillo dibujo
que al desplegarse develaba la belleza
de la flor mandálica completica.
Selva, otra de las asistentes, siguió los pasos de Paula.
Exigió el aprendizaje de los dobleces
para agregarle un toque de sorpresa al dibujo.
Finalmente Martín y Quilla,
con un ritmo más pausado y paciente
para llevar a cabo el mandala,
quisieron también aplicar dobleces a sus imágenes.
Gracias infinitas a los cuatro
por el tiempo compartido
y gracias a sus madres y a sus padres
quienes quisieron obsequiarnos esta oportunidad.
LOS MANDALAS SON ORO.
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