Carboncillo, sanguina y sepia

El trabajo con el lápiz 2B
nos llevó a otros materiales:

carboncillo, sanguina y sepia.

Estos materiales nos exigían
una mayor soltura en la mano

para poder trabajar las diversas intensidades

y así elaborar las imágenes

solo a partir del juego de sombras y luces.

A mí me pareció bonito dibujarnos mutuamente,

y eso fue lo que hicimos.

Silvia dibujada por Jorge

El retrato que él hizo de mí me causó gracia.

Yo les debo, para otra entrada,

el que yo hice de él.

No es tan fácil lograr 

que la imagen se parezca al original...

Me pareció también muy interesante

pedirle que hiciera un auto retrato.

Fue algo que le costó mucho trabajo,

y no precisamente por la exigencia técnica...

A todos nos cuesta mirarnos a nosotros mismos

y aceptarnos tal cual somos.

Le pedí primero que, de tarea,

cerrara los ojos y se tocara con las manos,

y que partiendo de esa experiencia

hiciera una imagen.

El escogió el lápiz sepia.

Después le pedí, también como tarea,

que se mirara al espejo para dibujarse.

Esta vez el escogió el carboncillo.

Un proceso orgánico

Con Jorge empezamos a ver
un poco de muchas cosas.

Yo quería generar un equilibrio

entre lo que él quería y lo que yo quería

entre la forma en la que me habían enseñado a mí

y lo que yo pensaba podía cambiar.

Entre la escuela tradicional y una escuela diferente

mezcla de todas las cosas 

que se me han atravesado en el camino.

Y entonces no seguimos una sola línea,

yo traté de ir escuchando

lo que el camino nos iba contando.

Así que a pesar de haber iniciado el trabajo

con el lápiz 2B

no abandonamos los colores.

Vimos los lineamientos básicos de la proporción

para dibujar rostros armónicos.

Y como yo le había hablado a Jorge

de los colores complementarios

integramos los dos contenidos

en un solo ejercicio.

Luego entonces tuve la idea

de hacerle un fondo a las imágenes de rostros

que estuvimos haciendo.

Eso las hacía alejarse un poco de la estética

de mero ejercicio de clase.

Y para ello utilizamos los garabatos
hechos para soltar la mano.

Ese ejercicio lo hicimos varias veces,

para después transformarlo
en una imagen más contundente

no solo coloreando
si no continuando con la búsqueda

de encontrar formas figurativas

un algo que de principio era bien abstracto.

Soltar

Jorge necesitaba hacer ejercicios
para soltar la mano,
su trazo mostraba mucha rigidez.

Decidí tomar como punto de referencia

unas pinturas de la artista plástica

Margarita Ospina de Belalcázar.
Se las mostré a Jorge.

Este es un boceto de una de sus obras.

Son trazos hechos con esfero

producto de simplemente soltar la mano libremente

sin pensar en nada más.

Después de meses de trabajo muy arduo

los resultados son increíbles, espeluznantes.

Y con Jorge hicimos lo mismo.

Hacer trazos con el esfero,

sin pensar en nada más,

para posteriormente convertirlos en algo más.

Primero descubrimos formas en esos garabatos,

como cuando uno encuentra formas

mirando las nubes en el cielo.

Y luego Jorge en casa

transformó esa maraña de trazos

en una fiesta de color

inspirándose en lo observado

en la obra de doña Margarita.

Escalas de grises

Decidimos trabajar un rato

con otros materiales
diferentes a los lápices de colores.
Empezamos primero con el lápiz 2B.

Era necesario emprender tareas técnicas

para desarrollar confianza con el material

y descubrir todas sus posibles intensidades,

ya que el "color" era siempre el mismo.

Para variar un poco el conocido ejercicio 

de la escala de grises

se me ocurrió hacerlo con formas que nos gustaran.

Yo propuse primero

la forma de una estrella.

Luego decidimos hacer 

el mismo ejercicio de la escala de grises

con un material común pero difícil:

el esfero.

La diferencia entre un gris y otro

ya no era producido 

por las distintas intensidades,

si no más bien

por las diferentes densidades.

Era el turno de Jorge

para escoger la nueva forma a trabajar.

Por supuesto,

no podía ser algo diferente a un carro.

Transformando la tradición

En la enseñanza de las artes plásticas

el modelo pedagógico que tengo como referencia

proviene de mi paso por la Universidad Nacional.

Jorge estaba ávido de aprender cosas

y quería trabajar "lo de siempre", 

el carboncillo, el óleo, usar un caballete...

Le expliqué mi punto de vista.

Y luego recordé 

que a pesar de la importancia de las palabras

en el trabajo con Jorge

funciona más usar el ejemplo y la experiencia.

Y entonces generé un punto intermedio

entre ese modelo con el que yo estudié

y las ideas que día a día se me ocurren

para hacer una pedagogía diferente.

Seguimos pues en el trabajo con los mandalas

y construimos uno para ver con claridad

como es eso de la teoría del color.

También quise mostrarle la posibilidad

de usar los lápices de colores de otra manera.

Percibí que su trazo era un poco rígido

entonces le propuse usar el material

con un trazo circular y más suave.

Tomó varias clases 

empezar a ver los resultados.

Toda experiencia es aprendizaje

Quiero hablar de una experiencia
que marcó la vida de SONORO.

A través de la Escuela de Música y Arte AMSI,

este año conocí a Jorge Lubín Rojas Tafur.

No sé con exactitud
el diagnóstico de su estado mental y emocional,

sólo me dijeron que tenía un muy leve autismo.

Y con riesgo y responsabilidad
decidí asumir el reto.

Y si, Jorge no siempre mira a los ojos,

cada vez que quiere expresar algo
lo hace sin tapujos,

es un adolescente de 17 años de edad

con la soltura y espontaneidad
de un niño de 5 años.

Intelectualmente entiende todo lo que le hablas 

y está en la capacidad de comunicar
sus opiniones y deseos,

es obsesivo, perfeccionista y un excelente imitador.

De a pocos les voy a ir narrando
algo del proceso vivido 

en estos 5 meses de compartir juntos.

El primer día de clases
llevó una cantidad de dibujos que había calcado

con papel mantequilla.
Eran sólo carros, imágenes sacadas de revistas.

Le dije que eso de calcar
me parecía una herramienta maravillosa,

y que a mí me encantaba usar los espejos
para copiar la realidad.

Pues eso hicimos.

Este es Jorge

Esta soy yo, Silvia

Le propuse, sin embargo, 

aprender a usar otras herramientas
para construir imágenes.

Yo quise mostrarle los mandalas,
por aquello del poder terapéutico
que dicen que tienen,

y procedimos a copiar algunos
que encontramos en la red.

Para llevar a cabo la copia
de la mejor manera posible,

y para aprender a construir mandalas
de nuestra propia autoría,

el primer paso fue entender
de qué manera estaba construido
cada mandala.

Desde el principio me di cuenta
de que con Jorge era mejor
explicar a través de las imágenes

mucho más que con las palabras.

Ese fue pues uno de mis primeros aprendizajes.