Hay muchos dibujos que son mandalas.
No siempre creados con esa intención
de manera consciente.
Es común que haya un centro,
es común que haya un crecimiento regular,
es común querer simetría,
con esa gota de imperfección
que la hace más orgánica y más real.
Pues Yolanda,
la asistente juiciosa y dedicada
siempre fue muchísimo más allá
de lo propuesto en el taller.
A tal punto de darse cuenta
que los mandalas ya la venían rondando
sin hacer muy SonOra su presencia.
Esto es lo que se llama el patchwork
en donde al parecer
la esencia está en unir retazos
para conformar nuevos objetos
con un valor artístico
y muchas veces
con una función utilitaria.
Desde que conocí los mandalas
hace como unos tres años atrás
ya nada es lo mismo.
Yolanda afirma lo mismo.
A mí también me venían rondando
de a poquitos y sigilosos,
medio ocultos,
como jugando a las escondidas.
Han aportado enormemente
a mi estabilidad emocional.
Pero yo no los hago con esa intención.
Dibujo porque me gusta;
por suerte ese placer estético
es también un placer espiritual.
LOS MANDALAS SON ORO
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