Ha pasado ya un mes largo
y aún no se han terminado de contar
todas las historias del MANDALA CAMPESINO.
Pero la vida es así,
hay situaciones que no se pueden agarrar con las manos
las cosas suceden y se desvanencen materialmente
y quedan impresas profundamente
en nuestras mentes y corazones.
Además, el 28 de septiembre
tuvo lugar un hermoso Mandala Frutal
en la Plaza de Mártires
en el cual SonOro participó apoyando firmemente
las iniciativas y acciones de SEMBRANDO BARRIO.
De ese día
aún no he consignado descripción alguna.
Ya llegará el momento.
Por ahora,
para no dar más vueltas y dejar las excusas
quiero hablarles de la actividad que tuvo lugar hoy:
MANDALA RAIZAL: SEMBRANDO CONFIANZA.
Quedamos de encontrarnos en el Parque Nacional
a las 4 p.m.
más exactamente frente al Teatro El Parque.
Mientras esperaba a Nathaly Jiménez
instructora de hatha yoga a quien conocí
gracias al MANDALA CAMPESINO,
estuve sentanda observando, contemplando.
Como es habitual me encontré con alguien conocido,
Cristian, un bailarín de la ASAB,
y nos pusimos a charlar.
Muy a las 4 p.m. llegó Nathaly con Ananda,
su chiqui de apenas 7 meses.
Estaban con Karl,
compañero de Nathaly y padre de Ananda.
Qué bella familia.
El viento empezó a correr fuerte
y estuvimos un buen tiempo sin saber qué hacer
pues no llegaba nadie más.
La divulgación facebookera es así,
muchos confirman y pocos llegan,
y ese fue nuestro primer aprendizaje.
Vale la pena no olvidar
las tradicionales llamadas telefónicas.
De repente apareció Germán,
firme participante de los Mandalas por la Ciudad
que ha realizado SonOro con Paola Puerto
y los demás ecuaces.
También llego Cata Villamizar
junto con Ixchel del Mar, Zué,
y las dos hermosas perritas
que a menudo la acompañan.
"Ahí viene una flor", dijo Nathaly
cuando vio aproximarse en bicicleta
a una mujer amiga de Germán, Natali.
Poco tiempo después,
con una sonrisa en la cara
y abrazos saludadores
completó el cuadro Mariapaz.
Y ahí fue cuando sentimos
que era el momento de arrancar.
Nathaly decidió dirigirse a nosotros
como si fueramos todos infantes
para integrar de manera más clara
a Ixchel y a Zué sin que perdieran la atención.
Hicimos algunos calentamientos individuales
y después nos organizamos de a parejas.
Nathaly con Ixchel,
Cata con Zué,
Germán con Natali
y yo, Silvia, con Mariapaz.
Describir cada uno de los movimientos
resultaría exhaustivo y sinsentido.
Los mandalas humanos hace falta vivirlos.
Cada uno de nosotros, desde nuestro universo,
pusimos corazón y energía a disposición
y nos dejamos llevar por las palabras de Nathaly
y dimos lo mejor de nosotros
para lograr el movimiento colectivo.
Al final nos hicimos bien cerquita
los unos de los otros,
repartimos velitas
y compartimos el fuego de la llama.
Cada cual sembró la confianza a su manera,
consciente de que el viento
podía fácilmente apagar ese fuego,
como la confianza,
siempre expuesta a las vicisitudes diarias.
En ese instante llegó Luz Marina,
otra invitada al mandala.
Venían con ella dos mujeres,
las tres habían estado gran parte del día
en la escuela de acupuntura de Neijing
justamente trabajando el Chi Kung de la confianza.
Lindas coincidencias,
o señales del universo confabulador.
Nos compartieron algo de lo aprendido aquel día.
Dibujamos con hojas secas
un ideograma en el pasto
y con nuestras manos formando el mudra
de la sumisión con la divinidad
y la humildad con la humanidad
repetimos el dibujo en el aire.
Y así cerramos el mandala.
Estuvimos presentes los que debíamos estar.
Y la confianza sembrada superó
algunos conceptos que a veces invaden nuestra cabeza
como aquello de pensar
que una acción tiene validez
solo cuando es multitudinaria.
Nos hicieron falta Pao, Claudia, Viole, Jero,
Diego, Javi, Maya, Mauro, Alondra, Yoli,
los enganchados, los amigos de Nathaly,
las amigas de Mariapaz.
Pero confiamos plenamente
en que cada uno está sembrando su semillita
desde su lugar particular.
LOS MANDALAS SON ORO.
Estaban con Karl,
compañero de Nathaly y padre de Ananda.
Qué bella familia.
El viento empezó a correr fuerte
y estuvimos un buen tiempo sin saber qué hacer
pues no llegaba nadie más.
La divulgación facebookera es así,
muchos confirman y pocos llegan,
y ese fue nuestro primer aprendizaje.
Vale la pena no olvidar
las tradicionales llamadas telefónicas.
De repente apareció Germán,
firme participante de los Mandalas por la Ciudad
que ha realizado SonOro con Paola Puerto
y los demás ecuaces.
También llego Cata Villamizar
junto con Ixchel del Mar, Zué,
y las dos hermosas perritas
que a menudo la acompañan.
"Ahí viene una flor", dijo Nathaly
cuando vio aproximarse en bicicleta
a una mujer amiga de Germán, Natali.
Poco tiempo después,
con una sonrisa en la cara
y abrazos saludadores
completó el cuadro Mariapaz.
Y ahí fue cuando sentimos
que era el momento de arrancar.
Nathaly decidió dirigirse a nosotros
como si fueramos todos infantes
para integrar de manera más clara
a Ixchel y a Zué sin que perdieran la atención.
Hicimos algunos calentamientos individuales
y después nos organizamos de a parejas.
Nathaly con Ixchel,
Cata con Zué,
Germán con Natali
y yo, Silvia, con Mariapaz.
Describir cada uno de los movimientos
resultaría exhaustivo y sinsentido.
Los mandalas humanos hace falta vivirlos.
Cada uno de nosotros, desde nuestro universo,
pusimos corazón y energía a disposición
y nos dejamos llevar por las palabras de Nathaly
y dimos lo mejor de nosotros
para lograr el movimiento colectivo.
Al final nos hicimos bien cerquita
los unos de los otros,
repartimos velitas
y compartimos el fuego de la llama.
Cada cual sembró la confianza a su manera,
consciente de que el viento
podía fácilmente apagar ese fuego,
como la confianza,
siempre expuesta a las vicisitudes diarias.
En ese instante llegó Luz Marina,
otra invitada al mandala.
Venían con ella dos mujeres,
las tres habían estado gran parte del día
en la escuela de acupuntura de Neijing
justamente trabajando el Chi Kung de la confianza.
Lindas coincidencias,
o señales del universo confabulador.
Nos compartieron algo de lo aprendido aquel día.
Dibujamos con hojas secas
un ideograma en el pasto
y con nuestras manos formando el mudra
de la sumisión con la divinidad
y la humildad con la humanidad
repetimos el dibujo en el aire.
Y así cerramos el mandala.
Estuvimos presentes los que debíamos estar.
Y la confianza sembrada superó
algunos conceptos que a veces invaden nuestra cabeza
como aquello de pensar
que una acción tiene validez
solo cuando es multitudinaria.
Nos hicieron falta Pao, Claudia, Viole, Jero,
Diego, Javi, Maya, Mauro, Alondra, Yoli,
los enganchados, los amigos de Nathaly,
las amigas de Mariapaz.
Pero confiamos plenamente
en que cada uno está sembrando su semillita
desde su lugar particular.
LOS MANDALAS SON ORO.